El Poliedro
Tacho Rufino
OTAN: de entrada sí
Esta columna se resiste a abundar en datos, porque la tarea estadística y analítica, esenciales en una sección de Economía, la cubren con solvencia periodistas y otros columnistas de esta casa, que ahora apuesta por agrandar su información económica con El Conciso, recién recuperado por el Grupo Joly para su oferta digital, junto con los otros diez diarios regionales. Un modelo editorial sin parangón.
Tras la negativa del presidente español a aceptar elevar el gasto en Defensa anual hasta más del triple de lo que ya gasta e invierte, muchas cosas se han dicho. Que Sánchez expele tinta de calamar para enturbiar y desviar la atención pública de la corrupción de los que hasta hace nada fueron sus lugartenientes directos. Que con este “no” a Rutte (neerlandés secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte), o a Trump, Sánchez trabaja los caladeros del pacifismo antimilitar que ostenta su consumido socio, Sumar. Todo eso es cierto, pero no es todo. Nada es simple.
En el descuajaringue nacional, algo como asco produce que la ventajista aliada Junts, por boca de la antiestatal Miriam Nogueras, aproveche para declarar que Cataluña abomina de la “corrupción española”. Como si la Cataluña indepe no ostentara el liderazgo indiscutible, y desde el pujolismo, en esta interminable liga de gestores de la mierda que corroe a la política del Estado. Sea por esto o por aquello, por salvar su baja espalda o por un arranque de dignidad presidencial, Sánchez ha echado casta en solitario en una huida hacia adelante; quizá la última. España debería dedicar a Defensa de aquí a diez años tres veces más de lo que ya lo hace. ¿Es Sánchez un caradura oportunista por decir “No”? ¿Hace bien en negociar este grave asunto?
La OTAN la financia masivamente Estados Unidos, casi en un 70% (sucede otro tanto con Alemania en la UE: sus razones tienen). Es evidente que no lo hace a la fuerza, sino por su propio interés geoestratégico y de industria militar: le trae cuenta; y a nosotros también. Cabe recordar que a la organización que lidera EE UU nuestro país presta bases militares entre Atlántico y el Mediterráneo, y eso nos ampara, y le viene de cine a cazas y bombarderos extranjeros. Y lo hace frente a Marruecos, ese amigo necesario estadounidense, y hermanísimo nuestro del alma. País al que George Bush padre paró los pies por el ridículo pero peligroso conflicto de Perejil.
Renegar del gasto militar es insensato. Desde que la Administración Trump tacha a Europa de aprovechada en el comercio y sus balanzas comerciales con la bandera del ‘America First’, la OTAN se halla en un compromiso existencial. Para España, acabar dedicando un 5% del PIB cada año a Defensa propia y aliada es una barbaridad de dinero público. Salvo que se dé un “milagro español” que hiciera explotar nuestro PIB al infinito y más allá: quimera absoluta. Para España, miles de millones anuales extra es inviable. “España es un problema”, dice Trump. Ni Sánchez --ni Feijoo, si pudiere-- deben acatar, sin negociar, cualquier mandato del jefe del patio del cole. Y de un día para otro. Sí debe aportar más a Defensa y OTAN, claro
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