La tónica de pomelo

Un inciso

Se reían del exquisito aristócrata andaluz que en los años noventa pedía la "carta de aguas" en su restaurante de cabecera

"Gastan menos que un turista"

Cuidado con el césped en los pueblos

Un envase de tónica de pomelo. / M. G.

15 de octubre 2025 - 06:30

Es muy difícil encontrar un yogur de fresa. El de toda la vida. Sin más. Los miopes tenemos que echar las lentes abajo, hasta casi al filo de la nariz, para leer bien las etiquetas que informan de decenas de sabores, con o sin trocitos de fruta, con o sin virutas de galleta, diversos tipos de leche, sin azúcares añadidos o con el cero por ciento de casi todo, ese cero por ciento que nos deja meditando sobre qué tiene realmente el yogur. Todo muy en armonía con una sociedad especializada en el 'sin'. Prescindimos de casi todo. Y no es momento de abrir otros debates. Nos hemos acostumbrado al abanico de yogures, leches, vinos y hasta gazpachos y sin salmorejos sin pan. Es como si en su día hubiéramos visto estancos sin sellos. No pasemos por alto la diversidad en una marca tan tradicional para los españoles como la del Cola-Cao. Hay que mirar también los textitos de los botes para encontrar... el de toda la vida.

Hasta en el mundo de las tónicas la hay de pomelo. "¡Tenemos de tó, mira esta tónica, quillo!", gritaba un veinteañero a sus amigos de la pandilla. El cuerno de la abundancia sustituido por un botellín de tónica de pomelo, toda una novedad para los nostálgicos de la Finley, aquella del anuncio de televisión del señor mayor que se negaba a probarla y cerraba la ventanilla del coche mientras la chica que le invitaba a una degustación musitaba con cierta frustración: "¿Ideas fijas, eh?".

Los panes, los salmorejos (hasta de remolacha), el chocolate, las natillas, el papel higiénico (con diferencias en capas, texturas, metros)... Todo en muy diferentes versiones, como corresponde a una sociedad avanzada. ¿O no? Y se reían de aquel aristócrata andaluz que en los años noventa pedía "la carta de aguas" en los restaurantes. Tampoco es que la ofrecieran en muchos, claro. Pero sí en el que él acudía con su altivez, la piel cuarteada y ese aspecto de caballero maestrante un tanto rojillo. Seguro que hoy toma tónica de pomelo. Porque el pomelo tiene multitud de propiedades. Las ciudades se conocen por los mercados y los cementerios. A la coyuntura económica se le puede echar un vistazo con una mirada a los estantes de un supermercado. Si hay tónica de pomelo y cuesta encontrar el icónico yogur de fresa es que la cosa va bien. O nos ha aumentado la miopía. Y no nos hemos dado cuenta, la lista de espera para la consulta del oftalmólogo es extensa. Pero eso ya no es economía, es salud. ¿O es lo mismo? La felicidad era encontrar el yogur de fresa y que tuviera premio en la tapa. Y ahora nos enteramos.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último