El cereal andaluz continúa en crisis pese a que la producción alcanza las 1,7 millones de toneladas
Los costes productivos disparados y los bajos precios de la semilla dificultan la rentabilidad del cultivo
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Finalizada ya la recolección de cereales en el campo andaluz (trigo duro, trigo blando, cebada, triticale, avena y centeno) los almacenes de las cooperativas cerealistas andaluzas cuentan ya con grano disponible de la presente campaña.
Una campaña que ha sido muy heterogénea, según las distintas provincias y zonas productoras, debido a que las lluvias caídas en abundancia en algunas comarcas impidieron que se pudiesen hacer las labores necesarias como abonado o tratamientos. Esto ha ocasionado que plagas (roya y mosquito del trigo, principalmente) e infestación de hierbas hayan tenido una incidencia dispar.
En cualquier caso, la producción de granos ha sido de 1,7 millones de toneladas en el conjunto de los cereales (contando con la previsión de maíz y de sorgo), superando así el promedio productivo de 2019-2022, que fue de 1,6 millones de toneladas. Por tanto, nos encontramos ante una cosecha media-alta, de la que más de 900.000 toneladas corresponden a trigo.
Un cultivo que continúa perdiendo superficie en el campo andaluz. De hecho, en el caso del trigo duro, la superficie de siembra ha caído casi un 18% respecto a la campaña precedente, con apenas 158.661 hectáreas en Andalucía, y un 48% menos que en el año 2010, cuando se sembraban en el campo andaluz 306.828 hectáreas. El trigo blando se ha mantenido más o menos estable en los últimos años en cuanto a su superficie, con 121.909 hectáreas en la actual campaña.
Plaga del mosquito del trigo
Las lluvias en zonas de las provincias de Cádiz y Huelva, entre otras, han impedido tareas como el abonado en cobertera y han complicado el realizar tratamientos fitosanitarios y herbicidas. Por esta razón, en muchas explotaciones ha proliferado la flora arvense (malas hierbas) y han aparecido plagas como la del mosquito del trigo (Mayetiola destructor), con índices importantes de afección en provincias como Cádiz, Jaén, Sevilla y Córdoba.
De hecho, la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural ha publicado una resolución en el BOJA, en la que se hace pública la declaración de la plaga del mosquito del trigo y se establecen medidas fitosanitarias que serán obligatorias hasta el próximo 1 de marzo de 2026 para aquellas explotaciones agrarias situadas en recintos SIGPAC afectados, de cara a evitar la proliferación de esta plaga en campañas futuras en determinadas zonas de cultivo de Andalucía.
Al tratarse de una circunstancia excepcional, las exigencias para cumplir con la condicionalidad reforzada a las que están obligados los agricultores beneficiarios de las ayudas PAC en lo referente al cumplimiento de la norma de Buenas Prácticas Agrícolas y Medioambientales (BCAM 6) se flexibilizan. Por tanto, entre las medidas obligatorias establecidas por la Junta se encuentra la incorporación de los rastrojos del cultivo de trigo mediante técnicas de laboreo, para que, justo después de la cosecha, estos restos vegetales queden enterrados en el suelo a un mínimo de diez centímetros de profundidad.
Rendimientos medios
Pese a todas estas trabas, los rendimientos en el campo han sido “aceptables”, en torno a 3.000 kilos por hectárea en trigo duro, y algo mejores, con 3.700 kilos por hectárea, en el trigo blando.
Sin embargo, los precios del grano están en caída libre, lo que, sumado a los altos costes productivos hacen que el cultivo, difícilmente, alcance el umbral de la rentabilidad.
Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía cuenta con 81 cooperativas con sección de cultivos herbáceos. Además, la federación, junto con otras ocho cooperativas cerealistas andaluzas conforman Agrovegetal, empresa de I+D+i con una larga trayectoria dedicada a la obtención y desarrollo de nuevas variedades de semillas certificadas de cultivos extensivos, principalmente trigo duro, trigo blando y triticale, aunque también guisantes, garbanzos y habas.
Muchas de sus variedades se sitúan como las más sembradas en España, copando el 25% del mercado andaluz en semilla de trigo duro, más del 50% en triticale y el 80% en garbanzo, debido a que sus productos seadaptan a las condiciones cada vez más extremas del campo andaluz, dando respuesta así tanto a las demandas de los agricultores como de la industria cerealista.
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