Un inciso
Carlos Navarro Antolín
Defensa de los gastos 'hormiga'
Un inciso
Los teóricos de la economía califican los gastos hormiga como los pequeños desembolsos diarios que parecen inofensivos, pero que, sumados en el tiempo, puede provocarnos un agujero en la economía doméstica. También refieren los gastos fantasma y vampiro como los que se producen por descuido o mal uso de recursos y, para colmo, no generan valor real. El caso es prohibirnos todo. O, al menos, alertarnos de que siempre hay riesgo. Es como la consulta del médico, de donde siempre se sale con prescripciones, indicaciones, contraindicaciones, advertencias, etcétera. Hay que tener cuidado con todos los gastos, claro. Pero por el mero cuidado y la exigible diligencia que se deben tener en la administración de los recursos de los que depende un hogar. Valores se llaman. Sucede que los gastos hormiga son precisamente esos pequeños gustos que el personal se tiene que autoconceder para hacer más llevadera la existencia o un período de ánimo bajo, o por un capricho tan comprensible como respetable. Nunca se olvide que las hormigas son constantes, se comunican entre ellas y saben trabajar en equipo.
El gasto hormiga bien administrado, ¡como todo!, tiene su importancia psicológica. ¿O no lo tiene el desayuno tomado en el bar dos o tres veces a la semana? ¿O permitirse alguna vez un taxi en vez del autobús por pura comodidad? ¿Y el rito de comprar los cupones de la ONCE? ¿Y la merienda semanal a base de una palmera de huevo en la confitería de toda la vida? No, no planteamos gastos en el bingo o en malos hábitos. Hay economistas que son como los motivadores profesionales, parecen querernos dependientes de sus consejos. Será para cobrarnos la consulta, llegado el caso. Es mejor hacerse el sueco cada vez que aparece un tipo sesudo con las gráficas de fondo y la voz habitualmente engolada para alertarnos de los gastos hormiga, como los psicólogos que nos alertan de la caída anímica que podemos sufrir las tardes de los domingos. Se ha regulado el derecho al olvido en internet y el derecho al borrado de los datos personales, pero no el derecho a que economistas y psicólogos de marcado carácter comercial nos den la paliza con sus teorías. Hormigas, vampiros, fantasmas. Retorno al trabajo, depresión, fin de las vacaciones. Primero nos explican que debemos sentirnos debilitados o en alerta, y después nos ofrecen la mano para sacarnos de la crisis. Negocio se llama.
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